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CLAAS explica la central vacaléctrica

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CLAAS explica la central vacaléctrica

CLAAS explica la central vacaléctrica

Actualmente, en Alemania hay aproximadamente 11 millones de vacas, de las cuales alrededor de 3,8 millones son vacas lecheras. En términos estadísticos, hay 66 vacas por cada 100 hectáreas de tierras agrícolas. En términos prácticos, esto significa que hay 66 centrales eléctricas que no se utilizan, según ha descubierto el ganadero Detlev Blunk.

En su granja Hörnsee de Schleswig-Holstein, este granjero incorpora su ganado al ciclo. Este es un resumen del diseño de su granja para quienes las cifras valen más que mil palabras:

El corazón del sistema: 400 vacas

«A diferencia de las aves o los cerdos, las vacas son el único ganado que transforma la hierba directamente en carne», explica Blunk. Las vacas utilizan la campos verdes que no se utiliza para la explotación agrícola. Esto reduce el uso de piensos importados a base de soja. Una vaca requiere un aporte calórico diario de 37,7 megajulios. Todo el pienso adicional es para que la vaca lo convierta en leche. «Unos 3,25 megajulios por litro de leche». Además de la leche y la carne, la vaca también produce estiércol: aproximadamente 40 m3 por día.

Calor: las plantas de biogás producen 3,2 millones de kWh de calor cada año

La planta de biogás se alimenta con aproximadamente un 70 % de estiércol y un 30 % de materias primas renovables. Los desechos en forma de sustrato de fermentación aportan los nutrientes disponibles para las plantas. «Casi no huele y los vecinos lo agradecen.» También están encantados con que las dos centrales de generación combinada de calor y energía, o cogeneración, y la red de calefacción (local) del distrito sirva para calentar unos 220 hogares en los alrededores. La potencia instalada combinada de 1960 kW de las dos centrales de cogeneración es tan elevada que la energía y el calor de la central eléctrica flexible se genera solo bajo demanda. «En total, producimos 3,2 millones de kWh de calor cada año», comenta el agricultor. De esta cantidad, en la propia granja se utiliza cerca de un millón de kWh. El resto va a las casas cercanas, ahorrando una cantidad estimada de 200 000 litros de combustible para calefacción. Además, las dos centrales de cogeneración producen una media de 400 kW de energía regenerativa por hora, y el excedente se retroalimenta a la red de suministro de electricidad público.

Fertilizante: 20 m³ por hectárea

La planta de biogás produce un sustrato de fermentación que sirve para las plantas, aportando el nitrógeno (N) que necesitan para crecer hasta las raíces de manera más eficiente. Esto permite al agricultor reemplazar los fertilizantes minerales, que normalmente se importan de otros países, por este sustrato de fermentación casero. «Siendo sincero, necesito una planta de biogás más grande y más ganado para poder utilizar aún menos fertilizantes naturales», afirma Blunk, con la mirada puesta en un ciclo más completo. «Luego, aplicamos el sustrato de fermentación de inmediato con mangueras de arrastre, trabajando sobre el principio de agricultura de precisión, con apenas ningún solapamiento», explica el granjero.

Potencia: sistema fotovoltaico con rendimiento pico de 180 kW

Un moderno sistema fotovoltaico con un rendimiento de 180 kWp instalado sobre el cobertizo para las vacas convierte la luz solar en electricidad. Para aquellos que aún no dispongan de un sistema fotovoltaico en el tejado, kWp significa kilovatio pico y es una unidad utilizada para medir el rendimiento de los sistemas fotovoltaicos. Es el rendimiento máximo que puede generar un sistema solar en condiciones ideales. En términos reales, en la granja de Schleswig-Holstein esto significa que «en combinación con la planta de biogás, producimos un total de 3,6 millones de kWh de electricidad por año», explica el agricultor. Esto suministra electricidad a la granja y el excedente se vierte a la red de suministro del proveedor de energía local.

El futuro: N, no m³

En agricultura se necesitan nuevos enfoques para el ciclo, tanto en materia de cultivo como de tecnología, comenta Blunk. Pero no siempre funciona: el agricultor ha plantado guisantes en diez hectáreas como pienso para el ganado. Se suponía que reduciría la importación de soja, pero «ese año fue tan seco que no dio resultados», declara. Él confía en sus sensores de espectroscopia del infrarrojo cercano (NIRS). Estos sensores miden el contenido actual de nitrógeno en la salida de estiércol y el agricultor solo debe aplicar lo justo para cumplir los requisitos de nitrógeno de las plantas. Blunk está seguro de que pronto en su granja no se dirá «¡Ve a esparcir 20 m3 de estiércol!» sino «¡Ve a esparcir 70 kg de nitrógeno!».